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Soria, pueblo a pueblo: Caracena

Desde Caracena nos llegan, no 1 ni 2 sino tres relatos diferentes sobre este precioso y singular pueblo del sur de Soria. Gracias a Miguel Gonzalo Hernandez podéis disfrutar de los tres.

Histórico

Caracena es villa de la que no se conoce su verdadero origen. Esto es debido a que los primeros pueblos que por sus tierras pasaron pertenecen a un tiempo cuya sombra oscura todo lo envuelve. Los primeros trazos de historia son datados por el yacimiento arqueológico de Los Tolmos (1500 A. de C.).

Caracena

Y así, caminando por el tiempo, de la conquista romana nos queda el lamento de sus calzadas romanas. Estas ahora transitadas y embellecidas por el colorido que ofrecen el espliego y las aliagas y en su día atravesadas para llegar, entre otros lugares, a Termes (Tiermes).

De los ecos de estas calzadas nos llegan a duras penas los ecos del estruendo de la guerra denominada La Reconquista. Se tiene constancia de un pequeño asentamiento militar musulmán, una pequeña alcazaba donde ahora se localiza el castillo, además de un posible asentamiento. Menos segura es la posibilidad de que en el fondo de sus barrancos, en las grietas de las peñas, se diera la famosa batalla de Al – handega (año 939) aunque algunos estudiosos del tema así lo defiendan.

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Casas Rurales el Paraiso

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Etapa dorada

Y así, llegamos al siglo XII; auténtico siglo de esplendor en el cual más de treinta aldeas divididas en 3 sexmos pertenecían a la comunidad de Villa y Tierra de Caracena. Un total de 239.35 km2 en el que habitaban 17.000 almas. De esta época también son las iglesias de San Pedro (con su atípica columna torsa y el Jano trifronte) y Santa María; además del puente Cantos sobre cuyas aguas personajes ilustres, además de pastores y sus rebaños han visto como las carcomidas y oscuras piedras de la muralla forman ahora parte de las casas como elementos de fuerza para que el pueblo no desaparezca.

Caracena Santa María abril 2020

Más tarde llegaría su presencia inmortal en “El libro de buen Amor” del Arcipreste de Hita (S.XIV), la remodelación del castillo (S.XV) y la construcción del Hospital de pobres, La cárcel y El rollo de justicia (S.XVIII) máximos exponentes de un poder que hoy pertenece al silencio que hoy se escucha con dulce resonar.

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Sentimental

Hablar de Caracena es hablar de la riqueza que otorga el silencio. Ese silencio que a veces intimida y otras permite al viajero escuchar sus propios pensamientos.

Sentado en la plaza, en lo que un día fue el rollo de justicia, el caminante puede observar como las cabezas de los leones que antaño soportaban las cadenas de los reos, hoy señalan las calles por las que transitar y encontrarse a uno mismo.

El curioso peregrino que se aventure podrá encontrar, cogiendo la calle que sale hacia el sureste, la Iglesia de Santa María. Una pequeña iglesia del siglo XII levantada con planta basilical a base de mortero y que se encuentra adosada a una torre cuadrangular que en su tiempo posiblemente tuviera labores defensivas.

Una vez fuera y bordeando la iglesia, desde su cara norte, nuestro imaginativo aventurero verá las huertas y corralas cuyos senderos ya no hollan muchos de los vecinos que aquí nacieron; además del puente medieval o puente Cantos.

Seguimos con el paseo

Más al fondo se sitúan la ermita de la Virgen del Monte, venerada por los pueblos vecinos y cuya festividad es el 3 domingo de Junio, y la solitaria atalaya del siglo XI.

Regresando a nuestro punto de encuentro (El Rollo), subiendo la cuesta, el primer edificio exento que contemplamos, es la cárcel o palacio. Fortificación de planta cuadrada y de dos pisos que en su día reunió a los notables de la villa para tratar los temas de interés. Más arriba, justo en frente del bar, encontraremos El Hospital de pobres del cual aun persisten los despojos de sillares muy bien labrados y una ventana con arco conopial (S.XVIII).

Desde su puerta, podremos vislumbrar la que otros viajeros consideran la joya de la corona. Se trata de la Iglesia de San Pedro, también del S. XII del que caben destacar su galería porticada de 7 arcos.

Caracena San Pedro en Abril 2020

Dejando a espaldas San Pedro, seguiremos subiendo el viejo camino, que nos llevará, tras superar la loma, al vetusto castillo cuyas plantas trepadoras hoy son las auténticas moradoras de un castillo que, en su trágico caminar, hoy representa lo mejor del espíritu romántico en virtuoso silencio.

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Patrimonio

Al suroeste de la provincia de Soria, en el corazón del valle del río Caracena, se sitúa la villa que da nombre al curso fluvial. Ceñido por dos hoces, el diminuto caserío medieval se desparrama por la ladera que corona, impertérrita, la mole pétrea de su imponente castillo. De sus paisajes calcáreos cincelados por el tiempo a su abundante patrimonio histórico, todo en Caracena tiene el sabor añejo de la Historia.

Si uno remonta el río, a la sombra de los riscos, entre el murmullo de sus aguas cristalinas y el trinar de los pájaros. Llega al paraje de los Tolmos, donde hace 3.500 años habitaron los primeros pobladores del lugar, en la lejana Edad de Bronce. Lugar de paso en época romana entre los núcleos de Uxama y Tiermes. Lugares que se encuentran a 8 km. Pero la etapa de esplendor de Caracena vendría en la Edad Media.

La Reconquista

La villa de Caracena se forja como enclave estratégico en los avatares de la Reconquista y de la vida de frontera. Eco de su orgullo villano son sus desmochadas torres y desbaratas murallas, y el rollo, símbolo supremo de la administración de justicia, que se yergue en la plaza, recuerdo de que entonces el gobierno de la villa se extendía sobre una treintena de pueblos, que hacía de esta minúscula población igual y limítrofe a otras hoy más grandes como San Esteban de Gormaz, El Burgo de Osma, Atienza o Ayllón.

Caracena Castillo Parapente

Paseando por sus desiertas calles uno descubre su arquitectura tradicional, el rico patrimonio artístico de sus dos iglesias románicas, Santa María y San Pedro, la última de la cuales tiene una de las galerías más bellas de todo el románico soriano, esbelta y armoniosa, con un rarísimo ejemplar de columna torsa. También de la antigua cárcel y del hospital de pobres, gótico. Más arriba queda el castillo, uno de los tres más grandes de Soria junto a Gormaz y Berlanga de Duero. Y si lo que se desea es recorrer el paisaje, además de la hoz del río, no muy lejos queda el monte de Valderromán, con su encina milenaria como testigo mudo de grandes y pequeñas historias.

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